domingo, 28 de noviembre de 2010

obras comentadas 2

ANFITEATRO FLAVIO
Anfiteatro romano, conocido con el nombre de coliseo, por estar construido sobre el lugar que ocupó una escultura colosal de Nerón. Fue mandado construir por Vespasiano, en el año 72, e inaugurado por su hijo Tito en el año 80, con unos juegos que duraron cien días.
En su construcción se utilizaron diversos materiales como mármol travertino (en los revestimientos) ladrillo, hormigón y toba (piedra volcánica, porosa y ligera).
Diseñado con planta oval, consta de tres pisos en el interior, a los que se accedía por un perfecto entramado de pasillos abovedados y un sistema de vomitorios que permitían la entrada y salida, muy rápidas, de los más de 50.000 espectadores de su aforo. Su estructura curva permite dar una sensación de amplitud espacial excepcional
Al exterior la altura era de cuatro pisos, dispuestos en alternancia de los tres órdenes arquitectónicos griegos,  mas un cuarto piso macizo que servía para anclar los mástiles del velarium que protegía a los espectadores del sol. Cada uno de los tres pisos estaba abierto mediante una sucesión de arquerías de medio punto apoyadas en columnas y rematadas por dinteles, en las que se disponían numerosas estatuas. En el piso inferior cada arco era una puerta de acceso para los espectadores, que accedían a los espectáculos de manera gratuita, pero con una tesela a modo de entrada, en la que constaba el número de asiento.
La elevación en altura, así como la amplitud de los espacios se conseguía por la conjunción del sistema abovedado (amplios espacios) y el arquitrabe (altura), permitiendo disponer los pasillos perimetrales superpuestos, así como las gradas. Todo el graderío se asienta sobre bóvedas anulares, realizadas con “opus caementicium” y soportadas por poderosos arcos de medio punto apoyados en los muros.
La “cavea” estaba dividida en tres: prima cavea. Inma cavea, summa cavea, con el fin de aposentar en ellas a los distintos grupos sociales, de forma totalmente jerarquizada.
La base de la arena era un entramado de vigas de madera bajo las que se disponía el hipogeo, con pasillos, jaulas, almacenes, vestuarios, cárceles, y todo un sistema de poleas y tramoyas que permitían subir a la arena. Ésta tenía un recubrimiento especial para poder celebrar las “naumaquias”.
El Coliseo es el símbolo evidente del “panen et circenses” que practicaban los emperadores para mantener entretenida a la levantisca población de Roma, sobre todo en los momentos de crisis. Los espectáculos sangrientos que en él se practicaban apasionaban a la gente, sobre todo las “naumaquias” (batallas navales) y las luchas de gladiadores, aunque tampoco despreciaron las ejecuciones de cristianos llevadas a cabo en las épocas de persecución de esta religión.

AUGUSTO DE PRIMA PORTA

Copia en mármol de un original en bronce o en oro
Año 20 a.c.
Recibe este nombre del lugar donde Livia, esposa de Augusto, se retiró después de la muerte de éste. Ella mandó realizar esta copia en mármol, hallada hace un siglo, y que constituye el ejemplo más notable de la iconografía imperial.
Claramente inspirada en el "Doríforo" de Policleto, nos presenta al emperador arengando a las tropas, con el brazo derecho extendido mientras el izquierdo sostiene el "paludamentum" y, posiblemente un bastón de mando. Sobre su pecho una coraza decorada con relieves alusivos a la "pax augusta", en los que aparece todo un programa iconográfica que enlaza al emperador con los dioses. En la parte superior la bóveda celeste cubre al dios Urano, con Helios a un lado y la Aurora celeste a otro. Debajo se dispone, en el centro, Tiberio recibiendo el estandarte de un soldado parto, escoltados por la Galia e Hispania, las dos provincias incorporadas al imperio. En la parte inferior Apolo y Diana, cerrando la Tierra con Rómulo y Remo.
Representado en un acusado  contraposto, al modo griego, su pierna derecha apoya sobre un delfín (Eneas, hijo de Venus) mientras cupido le toca la pierna. Esta iconografía, junto a sus pies descalzos, nos habla de la naturaleza divina del emperador. Esta divinización se resalta en su cara, perfecto retrato de Augusto,  pero no exenta de una clara idealización.
                                                                               

TEATRO ROMANO DE MÉRIDA
El Teatro de Mérida es un edificio proyectado en conjunto con el Anfiteatro desde el momento de la fundación de la ciudad. Según varias lápidas inscritas, la obra fue patrocinada por Agripa e inaugurada entre los años 16 y 15 a.C.
Se encuentra sobre una pendiente del Cerro de San Albín, apoyándose gran parte de su estructura en el terreno, economizándose de este modo esfuerzos y materiales de construcción.
La “cavea”, se divide en 3 sectores para acoger, diferenciadamente, a las distintas clases sociales:
En primer lugar se disponen 3 gradas con anchura suficiente para situar asientos. Estas eran reservadas para alojar a las autoridades y estaban recubiertas de mármol del que hoy en día se conserva algún resto. Detrás de este graderío corre un estrecho pasillo, “praecinctio”, con el que se inicia la “ima cavea”, que es el sector más desarrollado del Teatro Romano de Mérida, con un total de 23 gradas y una dotación de puertas, escalerillas y pasillos que permitía una fluida entrada y salida de los espectadores. En su parte alta consta de 6 “vomitorios”, unidos internamente por un corredor abovedado que comunica al exterior mediante dos puertas. Un “balteus” o muro separa esta zona de las gradas superiores.
La “media cavea” y la “summa cavea”, tienen poco desarrollo, con cinco gradas respectivamente separadas mediante un “balteus” o muro. Las puertas de estos graderíos están compuestas por unas escalinatas que comunicaban con el exterior, no quedando de estas más que los huecos que ocupó su construcción, que dividen esta parte superior en siete porciones, que recibieron popularmente el nombre de “las siete sillas” cuando era la única parte que sobresalía antes de excavar el Teatro Romano de Mérida.
La “orchestra” es semicircular, y conserva el pavimento original formado por losas rectangulares de mármol. El acceso se realiza por los “parodoi”, galerías en ángulo con entrada desde los frentes de hemiciclo, que se desarrollan bajo las gradas. Las puertas externas son de medio punto.
La “scaena” está formada por una plataforma, elevada, de 60 metros de longitud y 7 metros de fondo, cuyo frente, “proscaenium”, trazado con una movida línea de entrantes semicirculares y rectangulares, está limitado por dos pequeñas escaleras que comunicaban al “pulpitum” con la “orchestra”. En su suelo se han podido distinguir varios espacios socavados que serían infraestructuras apropiadas para artificios escénicos. En este mismo sentido, algunas piedras con orificios junto a la puerta central de la “scaena”, se interpretan como cajas donde se introducían los “periatti”, prismas triangulares que dotaban al espectáculo de diferentes decorados según el tipo de espectáculo.
El cierre de la “scaena” se conforma con una estructura monumental y de gran riqueza decorativa: el “frons scaenae”. En el entrante central, que es semicircular, se abre la puerta principal y simétricamente, a ambos lados, en dos entrantes rectangulares, se ubican las dos entradas secundarias. Por estas tres puertas sería por donde accedían los diferentes actores.
En alzado del Teatro de Mérida, el “frons scaenae”, se ha reconstruido con dos órdenes de columnas superpuestos. El conjunto se completó con una interesante serie de esculturas que se ubicaron entre las columnas, sin que se sepa exactamente su disposición original. Parte de estas esculturas hacen alusión al pasaje en el que “Cora” raptada por “Plutón” se convierte en la infernal “Proserpina”. Los protagonistas de este mito; “Ceres”, “Plutón”, “Proserpina” y “Júpiter” se han identificado en una estatuaria monumental de considerable valor técnico. Junto a estas divinidades figuraron retratos humanos de los que se conservan solamente sus cuerpos, dos de ellos vestidos con toga y otros tres cubiertos con coraza. Detrás del “frons scaenae”, varias dependencias para los actores constituían el “postscaenium”.
Más allá del “postscaenium” se desarrollaba el “peristilo” que era una zona ajardinada y acotada en sus cuatro frentes por una doble columnata. Estas realizadas en granito recubierto de estuco y pintura.
Al fondo del “peristilo” existe una pequeña cámara rectangular donde se han producido numeroso hallazgos de interés como el conocido retrato de Augusto, velado como sumo pontífice, y un retrato de Tiberio, así como varias inscripciones relacionadas con el culto imperial. Se considera que esta estancia se destino a este culto, que después radicaría en el “Templo de Diana”.




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